(Artículo revisado. Fecha artículo original 06/12/2013)
¿Conoces el origen del Clarinete? Te contamos de dónde es originario y su evolución hasta el clarinete moderno, similar al que conocemos hoy en día.
Antecedentes, historia del Clarinete
Las primeras referencias al clarinete se encuentran en mosaicos y relieves de la Antigua Mesopotamia, 3000 años a.C.
En los vestigios arqueológicos se encuentran imágenes de instrumentos de viento sin poder definir exactamente cuál es.
En Egipto, había además el clarinete y el oboe recibían el mismo nombre “ma”.
Los clarinetes primigenios atendían a una fisionomía definida: un tubo de madera que encerraba una columna de aire y que para producir el sonido usaba una fina lengüeta que ponía el aire en vibración.
Tanto en las antiguas culturas en torno al Mediterráneo como en el sudeste de Asia se usaba un instrumento así pero con dos tubos a los que se soplaba al mismo tiempo, que era denominado doble clarinete (Observado en abundantes relieves egipcios entorno al 2700 a.C.).
En paralelo existía otro instrumento, el arghul, bastante similar: un tubo de sección cilíndrica con la boquilla tallada sobre el mismo cuerpo y en el extremo superior una pequeña lámina cortada que hacía de lengüeta batiente para producir el sonido.
En la antigua Grecia y en Roma existían artilugios semejantes.
Los artilugios del medievo antecesores del Clarinete
En la Europa ya medieval se encuentran los antecedentes más inmediatos del clarinete como lo conocemos.
El término Clarinete viene de dos palabras, en francés y en alemán - chamelele y rôphife, respectivamente- que significan caña. Existían para denominar un aparato que tenía en su lengüeta la forma de producir el sonido.
Es por eso que en los primeros tiempos no hay una diferenciación claro con lo que podrían ser también oboes (es decir con dos lengüetas), flautas y otros instrumentos realizados con caña.
Específicamente en la literatura francesa de la Edad Media se nombra un instrumento popular de madera y con lengüeta también, con siete agujeros denominado chamelele.
Con esa descripción todavía no queda claro si es un clarinete o un oboe, ya que no se sabe si es una o dos lengüetas.
A esta época pertenece también el caramillo, un nombre genérico que agrupa a flautas y oboes, y que estaba compuesto de un tubo cilíndrico sin llaves.
Del caramillo existían diversas variantes, una de ellas, el caramillo campestre, claramente, el antecesora del clarinete.
Elaborado en madera de boj, su nombre se debe a que era utilizado por pastores, era de pequeñas dimensiones y con pocos agujeros, por lo que no podía octavear y no tenía pabellón.
Es entre ambos artilugios que se encuentra el origen del clarinete moderno.
De ellos se evolucionó al chalumeau, una especie de caramillo usado en Francia en el siglo XVII, y del que se conservan partituras.
Aunque con la llegada del Barroco la mayoría de los instrumentos de viento quedaron relegados a favor de los más sonoros y llamativos de cuerda, el chalumeau se mantuvo como el más perfecto de los de tipo cilíndrico y lengüeta simple, en cuanto a afinación, extensión y pureza de sonido.
Del Chalumeau al Clarino
Es a finales del siglo XVII cuando el chalumeau evolucionó en su fisionomía hasta convertirse en el clarinete moderno, ya más cercano al que conocemos.
El instrumento se tallaba en madera, específicamente de boj, con una lengüeta simple ubicada dentro de una pequeña caja que se insertaba en el mismo cuerpo de la pieza y servía de embocadura.
Solo producía los sonidos elementales porque no podía octavear y recordaba a la flauta de pico.
La extensión del chalumeau iba del Fa2 al Sol3, y los sonidos que podía hacer eran de ocho a once según la habilidad del solista para tapar medios agujeros o en la utilización de posiciones de horquilla para lograr las diferentes notas en sostenido.
Como recuerdo a este instrumento precursor el registro grave del clarinete recibe su mismo nombre.
Partiendo de él y llevando a cabo varias reformas, Johann Denner, que era fabricante de instrumentos, construyó en 1690 el primer clarinete.
Las innovaciones que introdujo Johann Denner fueron determinantes. Ajustó el pabellón cónico para mejorar la sonoridad, varió los tubos cilíndricos elaborados en madera, los trabajó en un torno y los cortó por secciones.
También cambió el sistema de la embocadura trayendo la lengüeta de dentro del instrumento y diseñando una nueva boquilla para de ese modo tener ambas independientes, con la boquilla sujeta por un cordón.
Estos cambios fueron determinantes para lograr un mayor control por el ejecutante ya que la caña era tomada directamente por la boca (en aquel momento era con el labio superior y no con el inferior como ahora), y de ese modo la vibración sobre los labios mejoraba la tímbrica resaltando más armónicos.
Denner también amplió la tesitura del instrumento yendo hacia lo agudo. Para conseguirlo hizo un taladro en la parte superior que podía ser o no tapado por una llave en palanca, lo que sería la primera llave de registro.
A este nuevo instrumento se le llamó clarino y durante un tiempo coexistió con el chalumeau. En las partituras de la época ambos tenían un papel diferenciado.
¿Quieres saber cómo continua la historia del clarinete? Lee el siguiente artículo sobre El Clarinete moderno
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