
(Artículo revisado. Fecha artículo original 13/12/2013)
Seguimos contándote la historia del clarinete. ¿Sabes cómo surge el sistema francés y el sistema alemán?
Johann Christoph Denner, padre del primer clarinete
En nuestro anterior artículo Origen del Clarinete, hablamos sobre la historia del clarinete y de los artilugios de caña que, desde el mundo antiguo fueron evolucionando hasta que a finales del siglo XVII, en 1690 el alemán Johann Denner fabricó el primer clarinete.
Pero desde entonces también ha cambiado su apariencia y sobre todo el uso, que se amplió aún más con la revolución musical que supuso el jazz. Aquí os lo contamos y en el Atelier de Celia os los enseñamos.
Como ya contamos, con la transición del chalumeau al clarino el instrumento adquirió una mayor tesitura, y en el siglo XVIII ya contaba con posibilidades sonoras de calidad lo que facilitó que muchos compositores comenzaran a contar con él más específicamente en sus obras. Joseph Faber y el gran Antonio Vivaldi fueron unos de los primeros en usar el clarinete en sus obras.
La dinastía Denner siguió trabajando en el clarinete, y fue el hijo mayor, Jacob, quien en 1740 alargó el tubo, adaptó la llave que consigue el Mi2, y mejoró la afinación.
Nos encontramos ante clarinetes de tres llaves y de sonoridad alta. Joseph Beer por su parte, aún introdujo dos llaves más. Poco a poco la digitación se fue haciendo más fácil y la gama sonora más amplia.
El fabricante de instrumentos Theodor Lotz y el clarinetista Anton Stadler, amigo de Mozart, crearon un clarinete más grande, que abarcaba cuatro notas más, descendentes, lo que permitía hacer cuatro octavas completas.
Fue para éste, llamado clarinete di basseto en La, que W.A. Mozart escribió su gran Concierto K.622. En ese momento proliferaron piezas similares, llamadas cornos di bassetto, conocidos por su sonido grave, que convivían con disparidad de modelos.
La evolución del Clarinete entre Francia y Alemania
El francés Jean Xavier Lefevre en el siglo XIX contribuyó a su evolución, añadiendo la sexta llave, que mejoró mucho la digitación. Y Jean François Simiot introdujo la séptima, que permitía llegar hasta el Sol5 y mejorar los trinos.
Por su parte, Baermann, amigo y clarinetista de cabecera del compositor Carl Maria von Weber, ya estrenó sus conciertos con ocho llaves aunque rápidamente ya hay constancia de un clarinete de diez llaves, construido por Greslin.
Un paso decisivo en la evolución del clarinete lo dio Iwan Müller que construyó el llamado onmitónico, el primero de trece llaves que lograba hacer la escala cromática completa, al tener una llave distinta para cada semitono.
Con éste se fueron dejando atrás al resto y además fue perfeccionando a lo largo de su vida las distintas partes del instrumento, como la sujeción de la caña a la boquilla, su posición y las zapatillas. Müller también fue el creador del clarinete alto.
En un primer momento el clarinete onmitónico no era del agrado de todos, algunos preferían la tonalidad típica francesa, de timbre más claro.
Aún así se fue extendiendo su uso con mucho éxito, a manos de intérpretes afamados de mediados del siglo XIX como Friedrich Berr o Jansen. Las dos corrientes, el sistema francés y el sistema alemán, en estilo y fabricación, se mantienen hasta nuestros días.
El clarinete moderno
En 1843 los franceses Hyacinthe Klosé y Auguste Buffet, músico y constructor respectivamente, adaptaron el sistema de anillos móviles que Theobald Boehm había inventado para la flauta, y crearon el primer clarinete moderno, con 17 llaves y seis anillos, igual que el que conocemos.
Este sistema, llamado francés o Boehm, evitaba las posiciones de horquilla y el deslizamiento de los dedos gracias a que duplicaba las llaves para ciertas notas.
En Alemania, Oscar Oehler, por la misma época diseñó un clarinete evolucionado también, pero en la estela que había marcado Iwan Müller.
El sistema alemán utiliza una boquilla más larga y estrecha y una caña más corta y gruesa, a parte de un taladro de tubo diferente al francés, más en forma de cono hacia la parte de la campana.
En un principio las obras de Brahms o Mozart, grandes maestros que dedicaron a este instrumento importantes obras –sus Quintetos, por ejemplo-, se interpretaban con el clarinete alemán aunque es el francés el que tiene su uso más extendido.
En cualquier caso la modernización de la técnica en fabricación y la destreza en la interpretación han hecho que el sonido de ambos se haya acercado mucho.
A principios del siglo XX, el clarinete vivió un momento decisivo con su incorporación de manera destacada a las big bands de jazz, con lo que se amplió su campo.
Sidney Bechet y Benny Goodman son dos de los responsables de su prestigio en ese contexto, que acompañó al boom de este estilo musical.
De ese modo se hizo patente lo polifacético de su sonoridad y a lo largo de todo el siglo ha ido adquiriendo mayor importancia.
Claude Débussy, Aaron Copland, Igor Stravinsky o Pierre Boulez son algunos de los compositores que le han dedicado obras relevantes.
Sabine Meyer, Karl Leister, Eddie Daniels o Sharon Kam, los solistas más prestigiosos que han hecho del clarinete su medio de expresión.